“Dime, y lo olvidaré. Muéstrame, tal vez lo recuerde. Pero
inclúyeme, y entonces comprenderé”.
Todo
lo que valga la pena hacer, vale la pena que lo practiquemos. Si le gusta hacer
lo que está haciendo, querrá darse tiempo para practicarlo. La práctica es muy
útil para explotar nuevas formas de hacer las cosas.
Si usted está practicando, eso significa que se da la oportunidad de darle vueltas a una cosa hasta que la
haga bien. Aprendemos mejor cuando nos comprometemos en algo, cuando lo
conocemos por dentro y por fuera. Cuando practicamos nuestro arte, nos sentimos
más cómodos con nuestro talento y ponemos más energía en hacer que en pensar
cómo hacerlo. La práctica nos permite ser uno con el Divino y comprometernos
con la vida.
Una práctica espiritual es algo que
incorporamos a nuestras vidas de manera natural para poder vivir conscientes de
lo Divino. Cuando elegimos aprender algo, no podemos esperar saberlo todo de un
día para otro. Cuando decidimos usar nuestro libre albedrío en favor de la
bienaventuranza del Divino, no podemos esperar un cambio súbito. Hacer las
cosas bien demanda mucho esfuerzo, y cuanto más practiquemos, más suave y
natural será vivir una buena vida.
REFLEXIÓN
Practicaré comprometerme con la vida, el amor y la risa.
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