Un joven que había sido miembro de una banda, que tomaba drogas y participaba en atracos, no sólo sentía que su vida estaba terminada sino que, en realidad, no había comenzado. En la cárcel tuvo una transformación espiritual y entendió que sólo Él podía cambiar su destino. A continuación, para rehabilitarse, decidió inscribirse en la escuela secundaria. El solo pensarlo lo llenó de miedo, porque en las escuelas había conocido el desprecio y el desaliento.