De acuerdo con el principio budista del discurso correcto, uno debería saber siempre cuándo decir la verdad y cuándo abstenerse de hablar si eso va a provocar algún dolor u ofensa al interlocutor.
La intención del discurso correcto es asegurarnos que nuestras palabras se usen sólo de un modo que ayude a los otros, que no los lastime, lo que supone hablar siempre con discreción y compasión.
Por supuesto, el discurso correcto puede ser difícil de practicar si, como todos los seres humanos, nos dedicamos a la tentadora actividad de andar curioseando, juzgando, analizando y dándoles consejos a los otros.
El discurso correcto también es difícil de aceptar si estamos convencidos que podemos limpiar el mundo con el balde y la escoba de nuestra sabiduría y nuestras opiniones. En otros palabras, hablar correctamente supone un cierto grado de deflación.
Cuando tomamos conciencia de cómo y cuándo usar o no usar las palabras y los efectos de nuestras opiniones sobre los otros, nos vemos obligados a volcar nuestra atención hacia adentro y pensar antes de hablar.
Tome conciencia de la forma cómo usa las palabras. Trate de practicar el arte de hablar correctamente, aunque sea por un día, absteniéndose de hablar y juzgar a los otros o de decir algo que pudiera herir.
REFLEXIÓN
Elija cuidadosamente las palabras, sabiendo que harán camino en la mente y el corazón de los otros.
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