"Todos fuimos hechos
para mejorar con los años".
Gracias a la madurez aprendemos a usar nuestra mente y conocemos nuestra sensibilidad, aunque la madurez siempre tenga una connotación un poco triste. Nos trae a la mente la imagen de adultos que actúan con sensibilidad, pero ya no tienen alegría. La maduración es, de hecho, el maravilloso proceso natural por el cual desarrollamos inteligencia, capacidad de razonamiento, apertura mental.
Con
conciencia angélica, la madurez no significa que tengamos que dejar atrás
nuestra naturaleza siempre un poco infantil. Al contrario, agregamos sabiduría
a nuestro niño interior y aprendemos a integrar las preguntas inocentes en
nuestra mente de adultos. Los ángeles nos enseñan a apreciar la paradoja de la
vida, a gozar de las metáforas e ironías y, especialmente, a encontrarle humor
a todo eso.
Si últimamente usted se ha tomado la
madurez con demasiada seriedad, ilumínese y tenga un poco de diversión. Ser
sensible no significa ser un carcamal. La forma natural de madurar es permitir
que nuestra mente se abra más. Lo antinatural es irse haciendo más rígido y
encorsetado en nuestros comportamientos. ¿Cómo está madurando usted? Pídales a
los ángeles que lo ayuden a madurar de un modo natural. Ellos le dirán como
agregarle un poco de gracia a su vida.
REFLEXIÓN
Dejaré que el
sentido natural de la maduración abra mi mente y me sensibilice un poco más.
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